viernes, noviembre 18, 2005

No hay marcha atrás.

Nunca he entendido cómo pueden gustarme tanto los libros cuando en mi casa sólo veía novelas del oeste que mi padre cambiaba cada sábado en el quiosco y la colección completa de "Bianca" y "Jazmín" que mi madre guardaba celosamente en la cómoda de su habitación. El primer libro que leí del tirón lo saqué de la biblioteca de la escuela, "Aniceto el vencecangÜelos" se llamaba, y me gustó tanto que decidí quedármelo. Estuve mintiendo sobre su paradero hasta octavo.Después llegó Teo, y comencé a viajar con los ojos cerrados a su granja, a su colegio, a la playa,... la saga de los Hollister, los tebeos que Pedro Ángel me dejaba a escondidas de su tia Mercedes y el mortadelo que me regaló mi madre el dia que aprendí a atarme los cordones. Pero entonces llegó Platero y todo cambió. El ritmo y la magia en la que se sumergía aquella clase de cuarto de E.G.B. cuando leíamos en voz alta a Juan Ramón fue inolvidable. Aquello era literatura de verdad y ya no había marcha atrás. Engañé después a Platero con El Principito, a éste con los abrazos de Galeano y así hasta el punto de pensar que no me alcanzaría la vida para leer todo lo que otros habían escrito para mí.

1 comentario:

Diego dijo...

Me gustaria saber el autor de este escrito.

Yo me llamo Diego y participo en el taller literario de Guareña. Saludos.